MENSAJE DEL DIRECTOR
Dr. Mario Cortés Larrinaga
Antonio Gramsci dice en “El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce” que, de la misma manera que no existen valores universales, no existe la “naturaleza humana universal”, no existe el ser humano con una naturaleza preconstituida, determinada, fija; sino que, desde su nacimiento cada nueva persona empieza a aprender y a aprehender hábitos, conductas, costumbres, fundamentalmente desde su seno familiar.
Para Gramsci el ser humano es un proceso, el proceso resultado de sus propios actos influidos por las relaciones sociales existentes en un momento determinado; es creación histórica, no solo naturaleza. La naturaleza del ser humano no es algo homogéneo para todas las personas y todos los tiempos. Toda persona es un ser social e histórico.
No existe, por lo tanto, una naturaleza humana definitiva y concluyente, sino que la naturaleza humana solo se concibe como una transformación continua que se va construyendo dentro del proceso dialéctico de las relaciones sociales: la sociedad y sus individuos constituyen el conjunto de las relaciones sociales que determinan una conciencia socialmente definida. Además, las relaciones sociales existentes dentro de una formación social y estructura económica definida, son contradictorias en todo momento y se hallan en permanente desarrollo, por consiguiente, el ser humano responde a las nuevas situaciones que se generan en el propio entorno de la formación social.
Con esta óptica, el estudiante no es solo un individuo, es todo un conglomerado social, construido desde su nacimiento por el entorno social donde se desarrolla y, ahora, con la influencia global, por todos los social media que se encuentran a su alcance. Es decir, que cada ser humano está siendo construido, deconstruido y reconstruido por el entorno social donde vive y se desarrolla. Todas las personas somos una construcción social y somos producto de la formación social donde actuamos.
El país también se forma y modifica en razón de sus contradicciones internas. El caso de México es muy ilustrativo. Después del agotamiento del modelo de desarrollo económico impulsado por los gobiernos de la posguerra, y que tuvo su momento álgido en 1968, cuando las fuerzas sociales encabezadas por estudiantes culminaron en una represión sin precedentes, ejecutada ante los ojos del mundo cuyos informadores estaban presentes para el inicio de las olimpiadas el día 12 de octubre, tiene como resultado una modificación paulatina pero irreversible de la vida nacional.
Posterior a este agotamiento surge un nuevo paradigma económico, especialmente desde 1982, cuando empiezan a plantearse las bases de lo que luego se conocería como políticas económicas del neoliberalismo en México. Tal modelo agravó las desigualdades económicas y sociales que no estaban resueltas desde la revolución mexicana. Desmantelaron el estado y lograron que se concentrara aún más, el capital y el ingreso en unas cuantas manos, abandonando a la población y generando más pobreza. Sin embargo, no solo fueron las consecuencias económicas y sociales de tal modelo sino, sobre todo, el alejamiento de la moral pública, especialmente de las clases gobernantes, que no conformes con saquear las arcas públicas, pactaban con los grupos de la criminalidad organizada.
La corrupción alcanzó su más alto nivel durante el sexenio de 2012 a 2018, que el partido político gobernante exhibía al público como la nueva generación de políticos íntegros. Pero la evidente descomposición de la clase gobernante fue más que suficiente para que los ciudadanos estuvieran seguros de la necesidad de un cambio.
El Proyecto de Nación que se inicia en 2018 nos ofrece una nueva óptica de nación que tiene como basamento proyectos en materia económica, política, social y educativa, cuyo propósito es el de incidir positivamente en lograr el imperio de la legalidad, el ataque frontal contra la corrupción y la pobreza, y la participación ciudadana en la determinación de políticas públicas.
Si bien, se reconoce que la mitad de la población se encuentra en situación de pobreza, se propone, en consecuencia, que es necesario impulsar acciones para asegurar alimentación, trabajo mejor remunerado, salud, vivienda digna y educación. La educación en la cuarta transformación tiene un especial interés en el impulso a las actividades productivas y, sobre todo, la inclusión de los jóvenes en programas educativos.
A partir de estas consideraciones es nuestra responsabilidad, como institución pública de educación superior, formar los recursos humanos necesarios para cubrir las necesidades que la sociedad exige, necesidades que deben ser satisfechas con profesionistas formados dentro de una educación de calidad, no solo científica, sino también con enfoque humanista, social e inclusivo. Nuestra tarea es impulsar los nuevos procesos educativos que permitan romper con los paradigmas señalados como inamovibles, basados en el individualismo y el afán de lucro como logro superior de un profesionista.
El Instituto Tecnológico de La Paz es una institución nacida del proyecto originalmente creado por el General Lázaro Cárdenas, plasmado en el surgimiento del Instituto Politécnico Nacional. La educación para el pueblo, es educación para todo el país. Realmente esta es la génesis de la fundación de los institutos tecnológicos a lo largo y ancho de la geografía nacional. Lo que significa que una educación de calidad debe coincidir con las necesidades regionales. Esa es una de las razones por los que en su origen fueron llamados Institutos Tecnológicos Regionales y que hoy forman parte del Tecnológico Nacional de México.
El Instituto Tecnológico de La Paz, a punto de cumplir sus primeros 50 años de vida, ha iniciado una nueva etapa a partir del 1 de marzo de 2022. Una administración ligada a una nueva visión de la educación superior y su gestión, encaminada a metas superiores ligadas al mejoramiento de las condiciones de vida de la población y a solucionar problemas sociales y económicos que antes fueron abandonados.
Paulo Freire nos dice que la educación es “praxis, reflexión y acción sobre el mundo para transformarlo (…) La educación es un acto de amor, de coraje, de práctica de la libertad, dirigida hacia la realidad.” Y recuerden, que el Tecnológico Nacional de México es excelencia en educación tecnológica.